Críticas

Hay en este relato un rasgo que no puedo dejar de mencionar, que en cierto modo establece una sutil variación con el que le precedió, el bellísimo Historia ilustrada del mundo. Y es la constante reflexión de Anelio Rodriguez Concepción sobre su empeño como escritor, algo que va incorporando en el texto paso a paso, al compás de los acontecimientos, desgranando ante los lectores sus pensamientos más íntimos, sus dudas y vacilaciones, sus contadas certidumbres. Una reflexión que constituye, a mi parecer, todo un tratado, exento de cualquier clase de retórica intelectual, expuesto de la manera más sencilla, sobre el arte de la literatura, sobre su capacidad para transformar la realidad; sobre su poder, en definitiva, de redención.

Víctor Erice


Anelio Rodríguez Concepción nos cuenta, con precisión y gracia, la historia de un circo. […] Todo circo es misterio y todo circo es tragedia. Aquí en estas páginas lo vamos a saber bien, siguiendo las vueltas y revueltas del relato, sin movernos de la silla desde la que, en primera fila, presenciaremos el espectáculo y veremos el desenlace. La carpa nos espera.

Sergio Ramírez


Si hay alguna cualidad que distingue a esta obra es la profunda capacidad […] de sumergir al lector en una aventura conmovedora que no cae nunca en los extremos, en resultar o demasiado empalagosa o demasiado triste. El escritor se contiene, sabe medir las emociones y casi parece que se confiesa cuando avanza en las páginas -que no llegan a doscientas- y nos guía a un final que emociona porque todo cuanto se dice es verdad. Y si no lo es, y si en algún momento Anelio Rodríguez Concepción tuvo que recurrir a la ficción, poco importa ya que escasos son los libros como este. Pocas son las obras que están escritas con tanta autenticidad.

Eduardo García Rojas


Llegados al final, he de confesar que he disfrutado mucho con la lectura de Historia de Mr. Sabas, domador de leones, y su admirable familia del Circo Toti, de Anelio Rodríguez Concepción. Sus procedimientos escriturales y lo contado son suficientemente cautivadores para detener el mundo mientras el libro esté abierto.

Federico J. Silva


Aquella anécdota inicial, la muerte de un león que se había escapado (es el de la foto de la portada) da paso al relato que a pesar de (o por) su apego a lo verídico, llega a emocionar, al darnos cuenta, mediante indagaciones en hemerotecas, sucesivas entrevistas y la feliz intervención del azar, de las aventuras, desventuras y avatares varios de la familia circense a la que pertenecía el personaje del título y que recuerda a esa enmarañada red de parentesco que formaban los Buendía de Cien años de soledad. Este recorrido vital conecta de un modo que me parece fascinante Canarias con México y Yugoslavia, pasando por Alemania, Italia o la Península.

Ubaldo Suárez


Historia ilustrada del mundo, parcelada en personajes de esta familia, propone un recorrido por el siglo xx. Los fragmentos lo son de un puzle en el que las historias se entrecruzan, un puzle que sólo muestra su verdad al ser completado, tras el viaje del lector. El laberinto, gozoso, es el propio libro. Igualmente, Historia de Mr. Sabas, domador de leones, y su admirable familia del Circo Toti es un libro fragmentario en el que las partes completan el mundo […]. El ser humano que en él se narra está inmerso en un laberinto continuo […]. Para el lector no hay escapatoria más que en la forma del propio libro, al completar la lectura.

Nicolás Melini


Son historias raras, infelices, dolorosas pero tiernamente humanas, asediadas por una desesperación rebelde, en las que los recuerdos unen alegría y desesperación. […] Ironía compasiva, profundidad psicológica, generosidad de sentimientos, mirada penetrante hacia el infinito y hacia el menor gesto o la menor sensación, típicas de quien permanece sobre una barca en medio del océano a la espera de una erupción volcánica.

Danilo Manera


A primera vista, esta Historia ilustrada del mundo consistiría en veinte textos escritos a modo de pie de página para otros tantos retratos de familiares y amigos de la infancia, pero en realidad es mucho más. Anelio Rodríguez Concepción tiene un envidiable sentido del ritmo y un oído fantástico, y por eso puede contarnos con socarronería y ternura estas historias de la memoria chica que giran en torno a la vida agrícola o a la industria del tabaco o a la emigración y el exilio durante la posguerra. Al final, lo que podría haber sido un obituario o una colección de semblanzas se convierte en un fantástico libro de relatos que captan perfectamente el aroma de una época –de un siglo–, el latido en la forma de ser de unas gentes que son capaces de enfrentarse a cualquier adversidad con paciencia, al golpito y, a la que se puede, con una sonrisa.

Alexis Ravelo


No es una novela, tampoco lo que los franceses han dado por llamar una nouvelle, tampoco un libro de relatos, tampoco un conjunto de crónicas. Es un libro que discurre libremente por unos rostros, unos cuerpos, unos gestos. […] Me temo que los referentes de este libro, por más emotividad que haya, son trampolines para una hazaña mayor: la creación de una condición narrativa, de una verdadera narratividad que no cesa. […] Me asombra el tono portentoso de un narrador que sólo responde a sus más íntimos intereses, que todo lo convierte en narrativa (hasta el pensamiento), que alarga las frases hasta volverlas serpientes de sentidos, que salta de una situación a otra sin perder la hilatura. Llega un momento en la lectura en el que sobrevolamos la anécdota y quedamos subyugados por la escritura: por su construcción, por su sonoridad, por su elegancia.

Antonio López Ortega


Hondura, humor, risas, emoción, asombro, llanto; este libro, pequeño y enorme a su vez, tiene todo eso; y Anelio lo cuenta con aparente sencillez (la prosa es rica, elaborada, pensada, madurada), como si estuviera tomando un café con un amigo; y ahí estamos nosotros, escuchándolo, disfrutándolo.

Pablo Martín Carvajal


Hay libros que uno espera mucho tiempo antes de que sean escritos. Cuando los lees parece que ya lo habías soñado o que eran los que realmente querías leer algún día para que la vida fuera más larga […]. Hacía tiempo que no subrayaba tanto un libro con destellos inesperados, construcciones gramaticales sorprendentes y anécdotas y cuentos […]. Como dice Anelio de Juan, el biznieto de Manolo Chimín, la Historia ilustrada del mundo es un “prodigio de memoria pertinaz que se hace carne y hueso contra la usura de la muerte”, y se vuelve carnal desde la seducción y el juego de las palabras. […]

Santiago Gil


No se trata de una novela, sino de un álbum familiar, un conjunto de breves retratos de ascendientes del autor, seres próximos y queridos que de repente se hacen literatura, aunque sea una literatura sin ficción, casi sin narrativa, aunque sí pueda haber ensoñación, estetización… magia. Tampoco es exactamente un libro memorialístico porque el autor sólo aparece oblicuamente, como compañía, como presencia, como “consecuencia” de esas historias, anécdotas o rumores que nos cuenta, pero en ese sentido encierra también una lección de literatura, es decir, una lección de vida […]. Y todo ello va formando un retablo precioso, delicado, frágil, lleno de sensibilidad, sabio. Un libro que puede convertirse en una joya secreta, de esas que sólo encuentran quienes en verdad se las merecen.

Web “Los libreros recomiendan”, de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros

Libro espléndido: de tipos, de atmósfera, de lenguaje. Contiene gracia a raudales, sabiduría literaria, potencia narrativa, esa voz tan difícil de conseguir en que se conjugan humor y verdad, memoria y certeza, creando un discurso que se sigue con fascinación. He disfrutado de todas estas historias como si en cada una de ellas se concentrase una novela singular, irrepetible.

José María Merino

[…] Es muy acertada esa frase que le sirve de título, “historia ilustrada del mundo”, pues eso es, en realidad, este hermoso álbum de donde aparecen viejas fotos amarillentas a las que el autor les pone voz por escrito, les da vida revolviendo la memoria. […] La grandeza del libro estriba en que ese revolver en el pasado de una familia de la isla de La Palma, una cualquiera, acaba convirtiéndose, por su pericia, en memoria universal. […] Un mosaico, un álbum, lleno de costurones, de destrozos —la suya fue una familia de perdedores de la guerra—, pero también llena de afectos, de vivencias, de historias. Un libro arriesgado pero conseguido.

Javier Goñi

[…] Igual que Lorca presumía —con razón— de contar el mundo desde su jardín, Rodríguez Concepción cuenta el mundo desde su casa, que es una casa abierta de par en par a la razón, la sensibilidad, la memoria, la bondad, la alegría de vivir y las relaciones entre las personas. El relato consiste en veinte retratos, de otros tantos antepasados del autor y de personas relacionadas con su familia. La memoria de esas personas, convertidas en personajes, permite entrar a saco en las cosas importantes de la vida. Aunque no contiene ni un gramo de ficción, aquí lo local se hace universal. Aunque no esquiva la muerte (de hecho, todos los personajes están muertos), en la Historia ilustrada del mundo de Anelio Rodríguez Concepción hay mucha, muchísima, vida.

Carlos Santos

[…] Los retratos de familiares, amigos u otras personas que dejaron huella en el escritor, se suceden, intercalándose, mezclándose, como si de una gran familia se tratara, pero eso no es impedimento para que este escritor, observador, con ojos niños, bien abiertos, de una realidad a veces amable, a veces dura, nos la presente, con un singular y escogido lenguaje, como fragmentos de una gran y emocionante historia que, además, forma parte de esa otra historia común de todos los que vivimos en un lugar como el de las islas, con singularidades que nos conforman, para bien o para mal. […]

Cecilia Domínguez Luis

[…] Y está en La Palma el mejor escritor de cuentos de las islas del sur, a la altura de cualquiera de los importantes escritores de cuentos de América Latina y España, Anelio Rodríguez Concepción […]

J. J. Armas Marcelo

[…] Anelio Rodríguez Concepción observa la realidad inmediata. Y la conoce porque escucha voces que relatan sucesos de abuelos y padres. Él las prolongará en sus ficciones. Hará que pasen por esa mirada, entre suavemente crítica y socarrona. Recoge todo un espacio moral que le ha sido ofrecido por una serie de personajes que muy bien pudieran figurar como vecinos del lector. […]

Juan José Delgado

[…] Los personajes son tan sinceros, tan creíbles, que terminas por acercarte a ellos con la misma naturalidad con que Anelio te los muestra. La abuela de Caperucita de puro dislate acaba siendo una historia cargada de sentido común; de puro fantástica en sus propuestas, termina por ser una historia verosímil en sus consecuencias; y de puro increíble, una verdadera historia donde los personajes te hacen reír y acabar devorando la novela como si de tu propia abuelita se tratara […]

Elsa López

[…] Doña Luisa, la abuela de Caperucita, el increíble personaje de la novela de Anelio Rodríguez, ha conseguido, ella sola, salvar todas las cautelas de su autor que, cual lobo feroz, la amordazó por más de doce años en una gaveta. La audacia de esta señora la lleva a declarar, hacia el final de la novela, que en el arte lo más importante es parecer verosímil. Es cierto que el escritor juega con fuego, como dice Roth. En ese telar, el narrador sabe que su habilidad para entretejer las hebras de la realidad da como resultado la buena ficción, pero olvida con imprudente candidez que, si el paño resulta ser bueno, con el tiempo será su mortaja. Así pues, larga vida a Doña Luisa. […]

Álvaro Marcos Arvelo

[…] La abuela de Caperucita es una novela chispeante y distinta de cuantas se publican a este lado agitado del Atlántico. Reconozco que una ancha sonrisa se dibujó en mi boca durante su lectura, y que me dejé arrastrar por el apasionante mundo de su protagonista, una vieja actriz de películas pornográficas que recuerda su existencia con un sentido del humor que despierta envidias. El libro no tiene desperdicio. […]

Eduardo García Rojas

[…] Y cierra el libro con un poema de una tensa, irrepetible hermosura. Texto dedicado a la figura del padre, a su ausencia, encarnada en la perdurabilidad de su olor en las almohadas, con lo que este poemario: emocionante, milimétricamente construido, transmuta en temblorosa belleza el fragor y el viaje fatigoso de esas noches absurdas. Y al cerrar sus páginas percibimos ese cansancio casi feliz, casi agradecido, de quien sabe que el sol reaparece, que al menos el silencio de la madrugada se acerca a su fin. […]

Juan Carlos Méndez Guédez

[…] El logro de un equilibrio tan difícil, y sin embargo aquí tan diáfano, propicia una lectura vibrante, plena de hallazgos que sin duda hacen de Vigilias un libro excepcional. Anelio Rodríguez Concepción alcanza ese equilibrio con la madurez del hombre que siente lo que vive y vive lo que siente, y del poeta experimentado que sabe dónde empieza y dónde acaba lo que quiere decir, y aun cómo. […]

Rafael Fernández Hernández

[…] Aquellos que tuvimos la fortuna de leer de primera mano Poma nunca volvimos a ser los mismos. Tocados por el fulgor de los requiebros sintácticos y semánticos de los textos de aquel libro deambulamos por sus lugares extasiados, aunque sin saber el peligro al que ya siempre fuimos adictos. […]

Ernesto Suárez

[…] Anelio Rodríguez Concepción nació y vive en Santa Cruz de La Palma, lo cual supone ser periférico dentro de la periferia. […] Le ha venido ese gusto por el cuento, pequeño formato concentrado y jugoso donde construye mundos consistentes sobre la memoria, la condición humana, el sentido de la vida, el desvanecimiento de la edad […].

Luis León Barreto

[…] Anelio Rodríguez Concepción nos ofrece con El perro y los demás unos relatos en los que aparentemente no ocurre nada trascendente en el desarrollo de la trama. Sin embargo, es en lo que no se explica donde se acumulan las sugerencias e insinuaciones que otorgan a lo narrado un sentido añadido que va más allá de lo que muestra lo evidente. Son textos llenos de elipsis interiores, en los que el silencio entre las palabras se carga de profundas significaciones. Bajo su presunta normalidad, encierran secretas y complejas evocaciones que nos remiten a la fragilidad de la condición humana, a sus esperanzas e incertidumbres. Y esa es otra cualidad que incrementa su valía.

Sabas Martín

[...] El libro conquista, así, un ámbito común de expresividad y belleza, nada convencional, muy ajeno a la idea de ilustración y el comentario. Es un libro que contiene un mundo que se mira y se lee al mismo tiempo y que impone la fascinación de su extremada complicidad.
      A la veta de la cordialidad y la ironía, propias de esa fuente generosa de la imaginación que, a veces, alcanza en la infancia grados tan deslumbrantes de espontaneidad y sorpresa, se une la sabiduría del narrador, el punto lírico tan propicio a esta otra gracia de los mitos pequeños, de andar por casa, para los que Anelio padre tiene especial mano.
      La “confabulación” es, al fin, la fuente de este libro tan divertido como hermoso, tan insólito como entrañable. [...]

Luis Mateo Díez

[…] Padre e hijo se llaman Anelio Rodríguez. El niño, nacido en 1990, pintó entre los 4 y 6 años unos dibujos de característico y escueto trazo que revelan esa mirada infantil del mundo fantástica y pura. El padre, poeta y narrador canario, ha dispuesto los dibujos en dos series, y los comenta con distanciamiento adulto o con ternura, con admiración o con humor. De ahí salen unas glosas creativas y siempre concisas, inventivas o líricas. De la feliz comunión de textos y dibujos surge una realidad de inhabitual originalidad, aparentemente sencilla, pero compleja; inocente y burlesca. […]

Santos Sanz Villanueva

[…] Los textos de Anelio Rodríguez Concepción son incursiones en el reino de lo fantástico: un derroche de imaginación, las palabras del adulto ante la mirada del niño. Pero también son el reino de lo sutil, lo inteligente, lo emotivo. […]

Care Santos

[…] Anelio Rodríguez Concepción hace gala de una capacidad fabuladora fastuosa. Y no sólo fabula, también indaga, filosofa, poetiza y recrea mitos antañones. Para ello bebe de todas las fuentes en las que se alimenta su memoria: literatura, narración oral, cine, cómic… Sorprenden la precisión de su prosa, la pericia en el uso de la lengua con reminiscencias cultas, pero nunca pedantes, con pequeños fulgores que son perlas extraídas del lenguaje popular canario. […]

Ignacio Sanz

[…] La ciudad se manifiesta clamorosa en nuestro exilio. Vivimos en estas ciudades exiliados del origen de cultura rural o periférica de isla chica. Abocados a la contradicción del criollo educado y urbano, ocupados en la dureza de los días, no solemos mirar eso que la obra de Anelio nos muestra. Asómese a sus páginas o asómese a su ventana. Ese paisaje lo enfrentará a este exilio en tierra propia al que nos vemos sometidos y que sobrellevamos guardando la esperanza en el armario de los objetos inútiles. […]

Carlos Bruno Castañeda

[…] Rodríguez Concepción acierta a entrar y salir en temas tan variados, con una sola intención narrativa, sin desprenderse del filo agudo de la ironía. La sorpresa aguarda a la vuelta de la hoja, y el lector desovilla el hilo de la acción en espera de un final hasta cierto punto explosivo. De pronto la lectura del cuento te atrapa agradablemente y no puedes dejarlo hasta conocer su desenlace. […]

Susana León González